Éxitos y fracasos: la vida de una reina después del carnaval

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De derecha a izquierda: Anelim Pérez, durante su candidatura en el 2017 por el barrio Carrizal; María Isabel Padilla, en el Reinado Intermunicipal del Millo como candidata de su municipio Juan de Acosta; Jennifer Pardo, como candidata de Carrizal en el 2019
El miércoles de ceniza anuncia que las festividades acabaron. La realidad llega de golpe y las necesidades básicas del día aparecen. Volver a sus estudios, cuidar a los hijos o ir por la calle a rebuscarse para la comida, son alguno de los retos que tienen las Reinas Populares que durante los carnavales estuvieron en el foco público y gozaron de reconocimiento y privilegios.
¿Qué pasa con una reina después de que acaba el Carnaval? ¿Cambia su vida tras ser elegida? ¿Recibe algún premio que le da un vuelco a su futuro?
En las calles solo queda el recuerdo de lo que se vivió. Joselito bebió, parrandeó y murió. El jolgorio acabó. Ellas deben regresar a la realidad. La corona sigue ahí, pero ellas, que fueron adoradas y aclamadas, dejan de vivir en la realiza barranquillera para afrontar sus vidas después del Carnaval.
Esta suerte quizá no la vivan las Reinas Oficiales del Carnaval, que por lo general, vienen de familias establecidas dentro de un pequeño círculo social y económico en Barranquilla que las posiciona dentro de la élite local. Abuchaibe, Segebre, Diazgranado, Char o Lacouture son algunos de los apellidos que año a año se repiten dentro de la elegida para erigir como Reina Oficial del Carnaval.
Jennifer Pardo Cáceres fue elegida en el 2019 como Reina de Carrizal, barrio ubicado en el suroccidente de Barranquilla y que acostumbra a robarse los titulares en la prensa por sus constantes problemas de seguridad.
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Para Jennifer, haber sido coronada como reina de su barrio y poder concursar en el Reinado Popular significó salir del anonimato. Espontanea, humilde y muy amistosa, como se describe, representar a su comunidad no fue fácil, pero contó con ayuda que lastimosamente no pudo materializar.
El Reinado Popular era anteriormente conocido como el concurso Reina de Reinas. Este nombre fue puesto por Daniela Donado durante su mandato como Reina Oficial del Carnaval de Barranquilla en el 2007. Sin embargo, desde el 2016 regresó a su nombre original.
Jennifer recuerda su reinado y lo que este le trajo, pese a que no todo resultó como quería: “Muchas personas me ayudaron a sacar mi coronación adelante. Me patrocinaron varios en el barrio. Ellos hacían eventos para recolectar fondos. Haber sido reina, pese a no ganar el Reinado Popular, me trajo oportunidades laborales, personales y reconocimiento”, afirmó en desde la mecedora de su casa en el humilde Carrizal.
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Pardo Cáceres también confesó que aun con el premio que recibió por haber sido Reina de su barrio, la felicidad no fue completa: “Me dieron un par de zapatos y media beca en la Universidad Americana. Lastimosamente no pude ni siquiera utilizarla porque no tenía para costear el otro 50% con mis medios”.
Después de representar a Carrizal, Jennifer dejó su corona en la repisa de su casa y debió volver a buscar el pan de cada día para su familia, todo eso sin dejar de lado el folclore. Con el par de zapatos puesto y media beca rechazada por falta de recursos, esta morena con cabellos negros lisos se dedica ahora a preparar a las niñas durante su proceso para ser reinas, además de ser bailarina y asesora cultura en eventos dentro de la ciudad.
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Pese a no haber utilizado la beca, Jennifer agradece al Carnaval y al folclore y no duda en afirmarlo: “El reinado me abrió puertas personales y laborales. Mucha gente me conoce como la reina, tanto en redes como en el barrio. El folclore abre puertas”.
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Anelim Patricia Pérez Gómez también es testimonio inmarcesible de lo que es ser reina de barrio y los cambios que vienen después de las festividades. Su elección como Reina de Carrizal fue en 2017 cuando apenas tenía 18 años y cursaba su último periodo escolar en el bachillerato de la Institución Educativa Distrital Miguel Ángel Builes.
Sus primeros movimientos de cadera, que la encaminaron a ser reina de su barrio, empezaron en la Danza del Congo Carrizaleño. Con el tiempo, se hizo famosa por su creatividad y actitud extrovertida dentro de la comparsa. Su paso como Reina lo recuerda con nostalgia, pero rescata lo aprendido durante su ciclo: “Conocí lugares, tradiciones y bailes de los que no tenía conocimiento. La gente del barrio me apoyó con rifas, ventas de postres y la organización de eventos deportivos pro-fondos en el barrio para costear pasajes y disfraces en alquiler, pues Carnaval S.A.S me dio solo algunos disfraces”.
El miércoles de ceniza de 2017, cuando culminó el reinado de Anelim. Su juventud le jugó una mala pasada y todo lo que cosechó no dio frutos. Recibió una beca completa para estudiar, pero por problemas personales, que no quiso recordar, no hizo uso de ésta. Anelim cree que haber participado a tan corta edad le salió caro y fue contundente respecto al tema postreinado: “El carnaval no me abrió puertas laborales y en el fondo siento que fue por ser tan joven, ya que no tenía la experiencia que necesitaba para todo lo que significa”.
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No solo las reinas de los barrios populares gozan del Carnaval y lo ven como una posible salida a un mejor futuro. Los pueblos del Atlántico, que también festejan el Carnaval, eligen a su reina para guiar a la muchedumbre durante los días de festividades. ¿Hay alguna diferencia en cuanto al beneficio que trae ser reina de barrio con una de pueblo?
Maria Isabel Padilla Arteta fue Reina de Juan De Acosta en 2016 y representó a su tierra en el Reinado Intermunicipal del Millo, donde se coronó como la ganadora. La unión de su municipio fue fundamental durante su reinado y, más aún, cuando entró en competencia contra las reinas de los otros municipios: “Todo Juan De Acosta se reunió y me ayudaron a ganar el Reinado Intermunicipal. Fue un trabajo de todos”, afirmó Padilla Arteta.
Esa victoria, que impulsó a Juan De Acosta, a lo más alto de los festejos, le trajo muchos beneficios a su reina. Ella lo cuenta orgullosa de su folclore: “Además laboralmente me ayudó mucho, pues las obras sociales en las que participé, me sirvieron mucho. Trabajé de la mano del sacerdote del pueblo y luego terminé como asistente administrativa por dos años”.
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Actualmente, Maria Isabel es Administradora de Empresas, se desempeña como Secretaria del Alcalde de Juan De Acosta y mantiene planes para seguir con postgrados en su carrera. Sin dudarlo, afirma que volvería a ser reina del carnaval: “Me ayudó a crecer laboral, física y hasta espiritualmente. Y sin dudarlo, repite que volvería a ser reina”.
A pocos kilómetros de distancia, pero con años de reinado distinto, Irene Arteta rememora sus años bajo los reflectores públicos, con pollera, antifaz, maquillaje y un swing característico que la llevó a ser reina en diferentes concursos municipales del Atlántico. Dejando huella como reina en Puerto Colombia, Galapa, Piojó y Juan De Acosta, Irene confesó que su participación en los carnavales le dejó grandes beneficios y hasta el día de hoy vive de su reputación.
Aunque fue reina hace más de una década, su fama sigue intacta y es muy reconocida dentro del mundo carnavalero: “Desde pequeña tenía talento para bailar ritmos folclóricos, estaba en escuela de danzas del Municipio de Juan de Acosta y cuando ingresé a la Universidad estuve en el grupo de danzas”.
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Irene recuerda también los beneficios económicos que le trajo toda su presencia en estos eventos. Además del reconocimiento, logró ganar dinero fungiendo como reina, algo que también le sirvió para los años venideros luego de colgar la corona: “En los certámenes que participé gané dinero y la respectiva corona. Luego, quedé preparando niñas y reinas centrales que aspiraban a estos concursos”.
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Fue tanto su talento que recibió contratos generando buenas ganancias. Durante su reinado se aseguró de que los disfraces le quedaron a ella para luego alquilarlos. Actualmente es abogada y madre de un niño.
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Quizá cada una de nuestras reinas tenga una historia diferente. Tal vez su tiempo después de los carnavales donde estuvieron como líderes de las fiestas no desencadenó en un unísono éxito. Lo cierto, teniendo en cuenta sus testimonios, es que haber sido reina, ya sea popular, barrial o municipal, le brindó a muchas alguna oportunidad que antes no tenían.
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Becas, contratos, trabajos y oportunidades se presentaron ante las cuatro mujeres que un día soñaron con ser reina del carnaval y que, tras luchar por eso, fueron elegidas por su gente para disfrutar junto a ellos como la cabeza de mando.
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